En el municipio riojano de Haro no dan crédito. Cada fin de semana, muchos de los turistas que pasan por esta meca del vino no cargan sus maleteros con caldos de la zona. Muy al contrario, el motivo original que les ha llevado hasta la villa vinícola es un supermercado. Sí, lo han adivinado, el efecto Mercadona provoca peregrinaciones con fieles consumidores en busca de productos básicos de la cesta de la compra que no tienen en su localidad de origen. En su mayoría son vecinos del País Vasco, donde la cadena valenciana no tiene abierto aún ningún establecimiento.
Ante este éxito, la gente de Juan Roig desea repetir la jugada en Castro Urdiales, el primer municipio cántabro que linda con la provincia de Vizcaya.
Mercadona es consciente
de los flujos comerciales de esta turística zona, donde muchos vascos
plantan la toalla y la sombrilla. Y no está de más aprovechar el efecto
magnético de los productos de la marca Deliplus (cremas, geles,
cosméticos...), por los que muchos casi peregrinan a los supermercados
valencianos.
Pero la devoción por Mercadona no es exclusiva de los
vascos, también hay otros puntos de la Península donde se dan casos
singulares. Ocurre por ejemplo en Huelva, capital a la que se desplazan
ciudadanos portugueses para llenar su carrito de la compra con devoción
feligresa. Precisamente, el país vecino parece destinado a ser el próximo mercado natural
en el que la cadena valenciana desembarque, sobre todo una vez que este
totalmente operativo su centro logístico de Villadangos del Páramo, con
el que podría dar cobertura a la zona norte portuguesa.
No hace tanto tiempo, el fenómeno del comprador portugués de fin de semana también tuvo su efecto en El Corte Inglés.
El gigante de la distribución maravilló al consumidor luso durante años
con su concepto de gran bazar, de manera que algunos de sus locales,
sobre todo los de Vigo y Badajoz, eran punto de atracción cada fin de
semana. Ante tales muestras de aceptación, los de Isidoro Álvarez
terminaron abriendo sendos complejos en Oporto y Lisboa, lo que no ha
impedido que en su centro en la capital pacense, por ejemplo, los
productos e indicaciones estén también en portugués.
Más
allá del fenómenos de Haro, o de las invasiones portuguesas de fin de
semana, sorprende cómo los vecinos de Ceuta y Melilla que cruzan el
Estrecho para poner pie un en Cádiz o en Málaga incluyen en su agenda
una visita de rigor al Mercadona de la ciudad. El éxito de los productos
de la valenciana, que tampoco está presenten en las dos ciudades
africanas, no ha escapado a su interés. En este caso, sin embargo,
funciona por el sistema de los recados: ¨Oye, si pasas por un Mercadona no te olvides. Tráeme un…¨.