15 de enero de 2011, 18:01
El azote de ETA nació en Morcín. Se llama Samuel Cachero y es hasta ahora el policía español más laureado por su labor en la lucha antiterrorista, casi siempre contra el grupo armado vasco. Ahora, una vez fallecido -Cachero murió el año pasado víctima de un cáncer- sus vecinos de Morcín reconocen su trayectoria personal y profesional nombrándole hijo predilecto del municipio. Será en un acto, el próximo 29 de enero, en La Foz. Un reconocimiento a título póstumo porque Cachero no lo quiso antes. Su trabajo en la lucha antiterrorista requería un celo especial por mantener la discreción y la seguridad personal.
La corporación del Ayuntamiento de Morcín acordó en octubre, con la unanimidad de todos los grupos políticos, reconocerle con este nombramiento «su brillante trayectoria profesional con una inigualable hoja de servicios que le ha convertido en el policía más laureado en la lucha antiterrorista destacando su trabajo durante más de treinta años en favor de la democracia y en la defensa de la paz y de las libertades constitucionales», reza el documento. Cachero, inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía en Bilbao, falleció hace pocos meses cuando contaba 55 años de edad. Un cáncer se convirtió en inesperado aliado de ETA y acabó con su vida de forma fulminante, en sólo cuatro meses.
A pesar de residir fuera de Asturias desde hace más de treinta años por motivos de trabajo, Cachero siempre mantuvo una vinculación muy especial con su pueblo participando activamente en numerosas iniciativas sociales y culturales. Formó parte de la junta directiva de la Hermanad de La Probe en la década de los años setenta y en 1997 fue uno de los fundadores del colectivo denominado Los Feo´s que agrupa a vecinos de La Foz que residen fuera de su pueblo. En 2003 fundó la Cofradía Amigos de los Nabos, en la que ejercía cada año como maestro de ceremonias durante el capítulo de entrega de los galardones que otorga anualmente esta entidad. Precisamente, será mañana sábado la primera ocasión en la que Samuel Cachero no podrá estar físicamente junto a sus compañeros en el capítulo anual en el que serán nombrados cofrades de honor el seleccionador nacional Vicente Del Bosque y el cantautor mierense Víctor Manuel, quienes besarán «el nabu» en la iglesia de La Foz y seguramente tendrán un recuerdo muy especial para este entusiasta morciniego.
Samuel Cachero se instaló a principios de los años ochenta en Bilbao tras un breve paso por Madrid. El Ministerio de Justicia, a petición del Tribunal Superior del País Vasco, le distinguió poco antes de su muerte con la Cruz de San Raimundo de Peñafort, distinción que se concede para premiar los méritos y servicios de los ciudadanos en el ámbito de la justicia y, especialmente, por su dedicación, esfuerzo y compromiso con la Administración Judicial.
Además Cachero contaba con una larga lista de condecoraciones, entre las que destacan cinco cruces al Mérito Policial, tres con distintivo blanco y dos con distintivo rojo, y una Encomienda Especial al mérito civil. Recibió más de sesenta felicitaciones públicas por sus servicios en la lucha antiterrorista llegando a participar en la desarticulación de cuarenta comandos terroristas. En estas operaciones arriesgó su propia vida para salvar muchas otras, entre ellas, las de algunas personalidades que marcan hoy la actividad pública española. Una de sus intervenciones más destacadas se produjo en enero del 2000 cuando Samuel tuvo un papel fundamental en la caída del «comando Vizcaya», entre cuyos objetivos figuraban el actual lehendakari Patxi López y el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Grande Marlaska.
Fue a raíz de su fallecimiento cuando transcendieron los méritos que conforman su brillante y espectacular hoja de servicios, desconocida por la mayoría de sus vecinos y amigos, ya que a pesar de ser uno de los policías españoles más laureados en la lucha contra ETA siempre lo llevó con máxima discreción sin hacer alardes. En 1986, liberó a Juan Pedro Guzmán, directivo del Athletic Club de Bilbao secuestrado por ETA, deteniendo a los tres etarras que lo tenían encerrado. En 1992 frustró el secuestro de un directivo del BBVA y en el 2000 detuvo a dos liberados del reconstituido y sanguinario «comando Vizcaya» acusados de asesinar, entre otros, al dirigente socialista Fernando Buesa y a su escolta Jorge Díez con un coche bomba en Vitoria, y que planeaban igual destino para el ahora lehendakari Patxi López y para el juez de la Audiencia Nacional Grande Marlaska.
Precisamente ahora que vuelve a hablarse del fin de ETA después de un comunicado de la banda decretando el alto el fuego, sus amigos recuerdan que Samuel Cachero murió con la esperanza de ver algún día el final del terrorismo en el País Vasco. Según manifiesta alguno de sus compañeros de aquella época, «era de los que, en los años del plomo, defendía que se podía derrotar a ETA policial y judicialmente, y creía que ese momento estaba cercano».
Cachero se licenció en la promoción de 1979 de la Escuela Superior de Policía de Madrid y estuvo destinado durante treinta años en la Jefatura Provincial de Bilbao, gran parte de ellos en la Unidad de Información Antiterrorista con un paréntesis de apenas dos años, a mediados de los noventa, en los que regresó a Oviedo. Pero aquí, en su tierra, echaba en falta la tensión de la frenética actividad en Bilbao. Samuel era un policía de raza.
El lehendakari Patxi López, al conocer el fallecimiento de Samuel valoró «su labor callada y necesariamente discreta que queda oculta tras los titulares que informan de los éxitos policiales. Algún día todos y cada uno de los vascos reconocerán que gracias al trabajo de profesionales como Samuel Cachero se han salvado muchas vidas».
Samuel también tuvo que comunicar al juez Grande Marlaska que se había convertido en el objetivo de la banda terrorista. «El juez agradeció el tono tranquilizado y la seguridad que le hizo sentir. La labor de estos policías ha evitado muchas muertes más de las que hubo», apunta uno de sus cercanos.
«De los que dejan huella: noble, leal, íntegro y comprometido». Así recuerda a Cachero el que fuera jefe de la Unidad de Información Antiterrorista en Bilbao entre 1999 y 2001, actualmente destinado en Melilla. No se publica su nombre por motivos de seguridad. Él fue el encargado del ascenso de Cachero a responsable de la sección operativa por su cualificación profesional y pese a que entonces su rango era sólo de inspector, inferior al que requería el puesto. Este mando policial recuerda que «fueron años muy intensos, de mucho trabajo, desmantelamos un montón de "taldes Y", quemaban coches, lanzaban cócteles contra las viviendas de cargos políticos con la metodología de trabajo y estrategia de ETA. Tenían zulos en el monte y unos objetivos concretos. Para Samuel no había horas, ni vacaciones, ni fines de semana, renunciaba a su vida personal por el trabajo, anteponía su servicio a la ciudadanía. Era un hombre noble, leal, íntegro, entregado y comprometido, de los que dejan huella», reseña su superior de aquella época.
Los éxitos fueron acompañados también de grandes sinsabores. Samuel Cachero había dejado su pueblo de La Foz de Morcín para vivir en la semiclandestinidad en Bilbao. No fue suficiente. Con el tiempo Samuel Cachero descubrió que los terroristas habían localizado su dirección y así pudo esquivar su muerte cambiando su residencia a la villa cántabra de Castro Urdiales. Un compañero suyo de aquella época lo define como «un policía de raza, investigador, valiente, siempre estaba alerta y armado, pero de paisano, ya que el uniforme le daba alergia». En estos últimos años volvió a residir a Bilbao, donde estaba perfectamente integrado, tenía amigos. «No hizo gueto». En Euskadi, Samuel Cachero encontró también el amor de su compañera Marisa Guerrero, directora de Antena 3 Televisión en el País Vasco, también amenazada por ETA, que le veló sin desmayo hasta el final de sus días.
En una ocasión un miembro de Segi le rompió un dedo en el forcejeo de la detención y los jueces le concedieron una indemnización por las lesiones. Pues bien, Samuel Cachero dedicó ese dinero a su ahijada guatemalteca María, a la que fue a visitar en varias ocasiones. Hoy la niña ya estudia en la Universidad. «Soy como una ONG ambulante», decía Samuel de sí mismo en referencia a que siempre estaba dispuesto a hacer un favor.
Habiendo dejado ya la investigación antiterrorista, Cachero pasó en 2003 a la Policía judicial adscrita al Tribunal Superior de Justicia Vasco y en los dos últimos años ejerció como responsable del puesto fronterizo en el aeropuerto. No obstante, mantenía entrevistas con antiguos confidentes o se tomaba un café y discutía sobre la sinrazón de la violencia con un miembro de ETA al que había detenido y que disfrutaba del tercer grado.
La corporación del Ayuntamiento de Morcín acordó en octubre, con la unanimidad de todos los grupos políticos, reconocerle con este nombramiento «su brillante trayectoria profesional con una inigualable hoja de servicios que le ha convertido en el policía más laureado en la lucha antiterrorista destacando su trabajo durante más de treinta años en favor de la democracia y en la defensa de la paz y de las libertades constitucionales», reza el documento. Cachero, inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía en Bilbao, falleció hace pocos meses cuando contaba 55 años de edad. Un cáncer se convirtió en inesperado aliado de ETA y acabó con su vida de forma fulminante, en sólo cuatro meses.
A pesar de residir fuera de Asturias desde hace más de treinta años por motivos de trabajo, Cachero siempre mantuvo una vinculación muy especial con su pueblo participando activamente en numerosas iniciativas sociales y culturales. Formó parte de la junta directiva de la Hermanad de La Probe en la década de los años setenta y en 1997 fue uno de los fundadores del colectivo denominado Los Feo´s que agrupa a vecinos de La Foz que residen fuera de su pueblo. En 2003 fundó la Cofradía Amigos de los Nabos, en la que ejercía cada año como maestro de ceremonias durante el capítulo de entrega de los galardones que otorga anualmente esta entidad. Precisamente, será mañana sábado la primera ocasión en la que Samuel Cachero no podrá estar físicamente junto a sus compañeros en el capítulo anual en el que serán nombrados cofrades de honor el seleccionador nacional Vicente Del Bosque y el cantautor mierense Víctor Manuel, quienes besarán «el nabu» en la iglesia de La Foz y seguramente tendrán un recuerdo muy especial para este entusiasta morciniego.
Samuel Cachero se instaló a principios de los años ochenta en Bilbao tras un breve paso por Madrid. El Ministerio de Justicia, a petición del Tribunal Superior del País Vasco, le distinguió poco antes de su muerte con la Cruz de San Raimundo de Peñafort, distinción que se concede para premiar los méritos y servicios de los ciudadanos en el ámbito de la justicia y, especialmente, por su dedicación, esfuerzo y compromiso con la Administración Judicial.
Además Cachero contaba con una larga lista de condecoraciones, entre las que destacan cinco cruces al Mérito Policial, tres con distintivo blanco y dos con distintivo rojo, y una Encomienda Especial al mérito civil. Recibió más de sesenta felicitaciones públicas por sus servicios en la lucha antiterrorista llegando a participar en la desarticulación de cuarenta comandos terroristas. En estas operaciones arriesgó su propia vida para salvar muchas otras, entre ellas, las de algunas personalidades que marcan hoy la actividad pública española. Una de sus intervenciones más destacadas se produjo en enero del 2000 cuando Samuel tuvo un papel fundamental en la caída del «comando Vizcaya», entre cuyos objetivos figuraban el actual lehendakari Patxi López y el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Grande Marlaska.
Fue a raíz de su fallecimiento cuando transcendieron los méritos que conforman su brillante y espectacular hoja de servicios, desconocida por la mayoría de sus vecinos y amigos, ya que a pesar de ser uno de los policías españoles más laureados en la lucha contra ETA siempre lo llevó con máxima discreción sin hacer alardes. En 1986, liberó a Juan Pedro Guzmán, directivo del Athletic Club de Bilbao secuestrado por ETA, deteniendo a los tres etarras que lo tenían encerrado. En 1992 frustró el secuestro de un directivo del BBVA y en el 2000 detuvo a dos liberados del reconstituido y sanguinario «comando Vizcaya» acusados de asesinar, entre otros, al dirigente socialista Fernando Buesa y a su escolta Jorge Díez con un coche bomba en Vitoria, y que planeaban igual destino para el ahora lehendakari Patxi López y para el juez de la Audiencia Nacional Grande Marlaska.
Precisamente ahora que vuelve a hablarse del fin de ETA después de un comunicado de la banda decretando el alto el fuego, sus amigos recuerdan que Samuel Cachero murió con la esperanza de ver algún día el final del terrorismo en el País Vasco. Según manifiesta alguno de sus compañeros de aquella época, «era de los que, en los años del plomo, defendía que se podía derrotar a ETA policial y judicialmente, y creía que ese momento estaba cercano».
Cachero se licenció en la promoción de 1979 de la Escuela Superior de Policía de Madrid y estuvo destinado durante treinta años en la Jefatura Provincial de Bilbao, gran parte de ellos en la Unidad de Información Antiterrorista con un paréntesis de apenas dos años, a mediados de los noventa, en los que regresó a Oviedo. Pero aquí, en su tierra, echaba en falta la tensión de la frenética actividad en Bilbao. Samuel era un policía de raza.
El lehendakari Patxi López, al conocer el fallecimiento de Samuel valoró «su labor callada y necesariamente discreta que queda oculta tras los titulares que informan de los éxitos policiales. Algún día todos y cada uno de los vascos reconocerán que gracias al trabajo de profesionales como Samuel Cachero se han salvado muchas vidas».
Samuel también tuvo que comunicar al juez Grande Marlaska que se había convertido en el objetivo de la banda terrorista. «El juez agradeció el tono tranquilizado y la seguridad que le hizo sentir. La labor de estos policías ha evitado muchas muertes más de las que hubo», apunta uno de sus cercanos.
«De los que dejan huella: noble, leal, íntegro y comprometido». Así recuerda a Cachero el que fuera jefe de la Unidad de Información Antiterrorista en Bilbao entre 1999 y 2001, actualmente destinado en Melilla. No se publica su nombre por motivos de seguridad. Él fue el encargado del ascenso de Cachero a responsable de la sección operativa por su cualificación profesional y pese a que entonces su rango era sólo de inspector, inferior al que requería el puesto. Este mando policial recuerda que «fueron años muy intensos, de mucho trabajo, desmantelamos un montón de "taldes Y", quemaban coches, lanzaban cócteles contra las viviendas de cargos políticos con la metodología de trabajo y estrategia de ETA. Tenían zulos en el monte y unos objetivos concretos. Para Samuel no había horas, ni vacaciones, ni fines de semana, renunciaba a su vida personal por el trabajo, anteponía su servicio a la ciudadanía. Era un hombre noble, leal, íntegro, entregado y comprometido, de los que dejan huella», reseña su superior de aquella época.
Los éxitos fueron acompañados también de grandes sinsabores. Samuel Cachero había dejado su pueblo de La Foz de Morcín para vivir en la semiclandestinidad en Bilbao. No fue suficiente. Con el tiempo Samuel Cachero descubrió que los terroristas habían localizado su dirección y así pudo esquivar su muerte cambiando su residencia a la villa cántabra de Castro Urdiales. Un compañero suyo de aquella época lo define como «un policía de raza, investigador, valiente, siempre estaba alerta y armado, pero de paisano, ya que el uniforme le daba alergia». En estos últimos años volvió a residir a Bilbao, donde estaba perfectamente integrado, tenía amigos. «No hizo gueto». En Euskadi, Samuel Cachero encontró también el amor de su compañera Marisa Guerrero, directora de Antena 3 Televisión en el País Vasco, también amenazada por ETA, que le veló sin desmayo hasta el final de sus días.
En una ocasión un miembro de Segi le rompió un dedo en el forcejeo de la detención y los jueces le concedieron una indemnización por las lesiones. Pues bien, Samuel Cachero dedicó ese dinero a su ahijada guatemalteca María, a la que fue a visitar en varias ocasiones. Hoy la niña ya estudia en la Universidad. «Soy como una ONG ambulante», decía Samuel de sí mismo en referencia a que siempre estaba dispuesto a hacer un favor.
Habiendo dejado ya la investigación antiterrorista, Cachero pasó en 2003 a la Policía judicial adscrita al Tribunal Superior de Justicia Vasco y en los dos últimos años ejerció como responsable del puesto fronterizo en el aeropuerto. No obstante, mantenía entrevistas con antiguos confidentes o se tomaba un café y discutía sobre la sinrazón de la violencia con un miembro de ETA al que había detenido y que disfrutaba del tercer grado.