viernes. 26.04.2024

Medio millón de metros cuadrados de monte entre los términos de Castro

Urdiales y Muskiz. Ese es el terreno que, palmo a palmo y desde hace

más de un siglo, se disputan Cantabria y el País Vasco. Una polémica

intensificada ahora por el Ayuntamiento castreño.
Una polémica territorial por cincuenta hectáreas de monte en el límite

que separa los términos territoriales de Castro Urdiales (Cantabria) y

Muskiz (Vizcaya) ha abierto una lucha vecinal, y ahora también

política, que se dilucida metro a metro y sin apenas treguas desde hace

más de un siglo y que se ha reavivado con una nueva iniciativa del

Ayuntamiento del municipio cántabro.


Ahora, el fuego se reaviva con una iniciativa del Ayuntamiento de

Castro Urdiales. El alcalde, el regionalista Fernando Muguruza, asegura

que el próximo jueves se retomará en el Consistorio la «redefinición»

de la línea divisoria entre el municipio cántabro y el de Somorrostro.

Muguruza esgrime que «según un estudio previo de la Universidad de

Cantabria, nuestros vecinos pretenden adueñarse de más de medio millón

de metros cuadrados pertenecientes a Ontón y, por ello, a nuestra

región».


El origen del conflicto vecinal se remonta a 1889. Según relata en

un libro el historiador Carlos Glaria, la desavenencia surge por la

desaparición de los mojones que delimitaban la frontera entre ambas

localidades a finales del XIX. Las grandes piedras labradas que

marcaban el límite entre las pedanías de Somorrostro, en Vizcaya, y

Ontón, en Cantabria, fueron retiradas para la construcción de

trincheras en la guerra carlista.


Décadas de desencuentro


Así, en el libro «Muskiz: Historia y toponimia de un Concejo del

Valle de Somorrostro» se explica cómo tuvo lugar el desencuentro: «Como

informó el alcalde de Muskiz a la Diputación, los comisionados de

Castro no se conformaron con poner otros en los sitios en los que

estaban los anteriores, sino que pretendieron colocar las señales a su

capricho, lo que impidió tomar acuerdo alguno». En 1924 se vivieron

momentos de tensión, cuando vecinos de las pedanías castreñas de Ontón,

Baltezana y Talledo, acompañados por la Guardia Civil, «destrozaron el

cierre de estacas y alambrada de las plantaciones de pinos que la

Diputación de Vizcaya había realizado, propiciando la entrada de

ganado», asegura Carlos Glaria.


Episodios de desencuentro que se han repetido a lo largo de las

décadas en este paraje de la discordia, conocido como La Bernilla. En

1925, técnicos del Instituto Geográfico Nacional (IGN) realizaron un

nuevo apeo de deslinde, al que no acudió representante alguno de Muskiz

en protesta por los hechos del verano anterior.


En la actualidad, Cantabria reclama la vigencia de la línea

divisoria de entonces. Pero un nuevo y más moderno estudio, realizado

en 1980 por el propio IGN, devolvía una porción de terreno a Vizcaya,

aunque partía por la mitad una de las fincas que reclamaba Muskiz. Esta

última delimitación no satisfizo a nadie y sólo sirvió para reactivar

la pugna territorial, especialmente cuando, hace poco más de un año, el

gobierno autonómico cántabro, presidido por el regionalista Miguel

Ángel Revilla, anunció que reclamaría a los tribunales las hectáreas

convertidas en tierra de nadie.


La Diputación de Vizcaya, que dice haber desarrollado allí

importantes labores de selvicultura -relacionadas con el eucalipto-

aseguraron en ese momento que defenderían «con vehemencia» sus derechos

frente a Cantabria. Y entre tanta dialéctica belicosa, Glaria pone el

sentido común y recuerda que, «desde la prehistoria, el aprovechamiento

forestal de ese paraje fue compartido al 50% entre los vecinos de uno y

otro lado. Lo más lógico sería compartir el trabajo y los recursos»,

apunta el escritor.

Extraído de: abc.es

Cantabria reaviva su batalla por un monte en la frontera con el País Vasco