viernes. 26.04.2024

Muchas son las voces que, en los últimos tiempos, alertaban del alto índice de accidentes registrado en el tramo castreño de la A-8. La DYA y el colectivo Stop Accidentes eran la cabeza visible de esas reclamaciones. Ahora que se van a tomar cartas en el asunto, las agrupaciones aplauden la reducción en el límite de velocidad. «Estoy totalmente de acuerdo, ya que los datos demuestran que la velocidad excesiva está detrás del 95% de los accidentes en ese tramo», valora el presidente cántabro de la Asociación de Ayuda en Carretera, Rafael Gómez-Úrculo.

Agosto ha sido un mes negro en la autopista a su paso por Castro. La DYA contabilizó 33 siniestros de cierta entidad, cuando lo habitual en estas fechas «es una cifra más baja». Lo peor es que, cada vez que llovía, los sanitarios ya se temían los accidentes. «En cuanto caen dos gotas, se lía. Algunos conductores no adaptan la velocidad a las condiciones de la vía y ahí está el problema de fondo», reprocha Gómez-Úrculo.

Cuatro son los puntos conflictivos del tramo de la discordia. El más conocido, el que afecta al alto de Saltacaballo. La asociación Stop Accidentes espera ahora que la reducción a 100 kilómetros por hora del límite de velocidad no sea la única medida que se tome para atajar las colisiones. Su delegada en Cantabria, Maribel Fernández, reclama también la instalación de más radares fijos. «Si no hay un control, las señales no valen para nada», advierte. Fernández alerta además de las malas condiciones del asfalto en algunas carreteras. Sobre todo, reniega de las calzadas oscuras «porque quitan visibilidad y no suelen tragar bien el agua».

No es el caso de la A-8 en Castro Urdiales, pero en ocasiones las señales contradictorias están en el origen de los accidentes. Así lo recuerda el fundador de la DYA, Juan Antonio Usparitza, que acaba de detectar cuantiosas deficiencias en la red viaria vizcaína. «En la autopista cerca de Amorebieta hay dos carteles verticales que limitan la velocidad a 80 kilómetros por hora. Pero luego hay otra que, saliendo de Erletxe, establece el límite en 120», cuenta como anécdota. Estas indicaciones, según el emblemático dirigente, hacen que el conductor «se acostumbre a que las señales no se correspondan con la realidad y pierden de esta manera su fuerza moral».

La velocidad, en cualquier caso, no es el único peligro al volante. Stop Accidentes cree que se deberían analizar más a fondo todas las situaciones de riesgo. Más que nada, porque «cuando siempre hay siniestros en el mismo sitio, falla algo más».

Extraído de: elcorreodigital.com

Colectivos aplauden la medida y esperan que ataje las colisiones