sábado. 27.04.2024

A 31 familias residentes en la urbanización El Acantilado, ubicada en la pedanía castreña de Cerdigo, el agua les sale a precio de champán: pagan algo más de 6.000 euros al mes para que salga del grifo. Y es que, desde octubre, dependen de un hombre que transporta en su tractor una cisterna de 9.000 litros desde la cercana población de Santullán hasta un depósito próximo a las viviendas. Este improvisado aguador repite el mismo recorrido dos veces al día, a razón de 120 euros el viaje. Pero no se trata de una de una solución puntual a raíz de alguna inesperada avería. No. Estos vecinos llevan cinco años desconectados de la red general y lo único que han podido hacer para garantizarse el suministro ha sido encadenar la contratación de un transportista privado con otro.

Y pese a que la actual factura pueda parecer elevada, han sufrido tarifas aún más abultadas. Mucho más. Han llegado a abonar hasta «9.000 euros al mes». El problema es sencillo: disponen de las tuberías y la sala de bombas necesarias para sumarse al suministro corriente, pero no están operativas. «El Ayuntamiento de Castro y la promotora llevan años diciéndonos que están a punto de conectarnos, pero nunca es verdad. Por este motivo, no tenemos la cédula de habitabilidad y seguimos con la luz de obra», denuncia Nuria Arribas. Esta vecina recuerda que «mientras no esté oficialmente terminada la obra, el agua debería pagarla la constructora y no nosotros».

Sin control

Al principio, existió «un acuerdo verbal entre el Consistorio y la promotora de las viviendas -una cooperativa formada por 24 vecinos- para que los bomberos y la empresa Vertresa» surtieran a estas familias. La tarifa oscilaba entre 60 y 130 euros al mes, en función del consumo. Sin embargo, cuando la firma Ascán se hizo con la gestión del suministro en la localidad en 2008 «prohibió» a la anterior compañía seguir con los encargos. «No se hacía responsable de un agua que no estaba controlada», explica Teo García.

Los vecinos, de este modo, contrataron a otra empresa que les cobró 16.000 euros entre agosto y septiembre. Pronto asumieron que ese frenético desembolso era imposible de mantener, por lo que el alcalde pedáneo de Cerdigo, Álvaro Hierro, medió para que la pedanía de Santullán les cediera agua. Aunque ahora se ahorran algo de dinero respecto al verano, las comparaciones siguen dejando su situación en un disparatado lugar. Calculan que pagan el metro cúbico a «13,33 euros, mientras que las personas que residen en el centro de Castro abonan a una media de 0,33». «Si nos bañáramos con champán nos saldría más barato», ilustra con humor uno de los afectados.

Ducharse en la piscina

La carestía del producto hace imaginar que estos vecinos de la localidad cántabra gozan de un agua de primera calidad para beber y cubrir el resto de sus necesidades. Pues tampoco es así. La urbanización cuenta con tres depósitos... Y dos están rotos. El único de los aljibes que permanece en condiciones razonables está abierto por uno de sus extremos. «Pueden entrar bichos y el fondo está lleno de lodo y de pintura del propio depósito. El agua sale marrón y deja un surco oscuro imborrable en la bañera», cuenta Nuria. Por eso, los residentes sólo beben agua embotellada y algunos duchan a sus hijos «en la piscina». «Hay gente que se ha llegado a poner enferma del estómago», cuenta Conchi González, otra de las vecinas. Además, temen que los residuos presentes en el agua «provoquen infecciones» en la piel.

Y ya no aguantan más. «Indignados y hartos» por esta situación, los residentes tienen la vista puesta en el miércoles. Dentro de dos días, representantes de la promotora tienen prevista una reunión con el alcalde de Castro, Fernando Muguruza, para solucionar este problema.

Extraído de: elcorreodigital.com

La falta de suministro corriente obliga a treinta familias de Castro a pagar más