martes. 23.04.2024

En estos momentos de crisis inventada por «los enemigos de la Patria», es necesario que los Gobiernos asuman sus competencias, abandonando su estado de autismo. La actitud de los dirigentes nacionales y autonómicos incrementa la inquietud de quienes estamos convencidos de la gravedad de la situación socioeconómica . Lo cierto es que los españoles se han acostumbrado a las soluciones mágicas, pero imposibles, de la España de Zapatero; regalo de bombillas y de bonos de 400 euros deberían haber sido motivo de risión general, pero en nuestro país -¿país, qué país?- se han convertido en aval electoral suficiente.

La soberbia autista gobernante ha conseguido asimismo ridiculizar cualquier opinión crítica. La mayoría sigue viendo a través del color del cristal gubernativo, lo que cierra el círculo de la inacción y de la ineptitud. Les ofende que ante el naufragio evidente alguien dé la voz de alarma.

El silencio es la consigna. Hasta el momento el enfoque de ayudas «papá estado » se han dirigido hacia la subvención de quienes no producen riqueza: televisiones y otros medios de comunicación, partidos políticos y sindicatos, artistas y asociaciones amigas, etc., etc. El dinero redistribuido con tanta generosidad procede del sector empresarial, observado siempre con envidia y suspicacia. La cruda realidad se impone a la fantasía de los socialistas, quienes no hace un año prometían el pleno empleo.

Hoy, algunos, los menos, claro, nos angustiamos ante lo que creemos el desequilibrio del sistema. Nuestra sociedad ha devaluado la importancia del esfuerzo y del trabajo continuo; se desconfía de la persona honrada y sólo se admiran los pelotazos, sean del tipo que sean. Tonto el que no pilla.

En el último lustro, huyendo del maniqueísmo se ha caído en el pueril y estéril buenismo. Y para escapar de esta estúpida teoría gobernante se pretende cerrar el círculo regresando a los buenos y malos; cuando lo que de verdad nos debería preocupar es quién nos engaña y quién nos dice la verdad.

Los verdaderos culpables de esta tremenda crisis son los que contra toda lógica se han creído el mensaje de los vendedores de crecepelo con peine de regalo, ¿o acaso no es tan culpable el timado como el timador de la estampita?

Extraído de: elalerta.com

FERNANDO MUGURUZA: Los enemigos de la Patria