jueves. 18.04.2024

Juan Carlos González ya tiene en su palmarés un nuevo ocho mil, el Cho-Oyu. El alpinista castreño es ya un experto en hollar montañas de más de ocho mil metros. El 27 de mayo de 2000 alcanzaba en solitario la cima del Everest, convirtiéndose en el primer alpinista cántabro que se asomaba al vacío desde los 8.850 metros de altitud. Esta proeza le costó la perdida de siete dedos, pero este hecho no hizo que la trayectoria de Juan Carlos González se quedase ahí, ya que el 12 de febrero de 2002 alcanzó la cumbre del monte Aconcagua, situado a 6.960 metros de altitud. Posteriormente, hacia el mes de diciembre de ese mismo año, lograba junto a Claudio Nates hollar el Kilimanjaro (5.895 metros), el pico más alto de Africa, situado en Tanzania, y en 2003, lograba hacer cumbre en el Elbruz, con sus 5.642 metros.
Tras haber alcanzado la cima del Cho-Oyu (8.201 metros), la sexta montaña más alta del planeta, a las ocho y veinte de la mañana del domingo, Juan Carlos González, concedió ayer una entrevista a Punto Radio DM Castro Urdiales desde el campamento base ubicado en la cordillera del Himalaya, a 20 kilómetros del monte Everest, en la que dio a conocer sus primeras sensaciones una vez conseguido este reto.

-¿Cómo ha sido la experiencia de coronar de nuevo un ocho mil?

-La experiencia ha sido dura, en principio dura, ese es el comentario generalizado del grupo que hemos hecho cumbre el domingo, porque han cambiado la ruta, ha mucha nieve en el monte, y la ruta que estaba prevista en un primer momento era impensable. Entonces hemos hecho un ataque muy directo, con cuerdas, con escalones, y complicándola bastante, sobre todo la subida. Luego al hacer cumbre y estar muy cansado, el descenso cuesta lo suyo.

-¿Qué fue lo primero que le vino a la cabeza nada más hacer cumbre?

-Me vino un recuerdo especial por el Everest, porque es la señal inequívoca de que estás en la cumbre del Cho-Oyu, pero luego te vienen recuerdos de gente de tu infancia, que ya se han ido y tienes presentes, pero quizá no en el momento de la cumbre, sino en los 200 últimos metros, en los que sabes que no se te escapa la cima. En este caso me refiero a Juancho y Emilio.

-¿Qué razones le han llevado a afrontar este nuevo reto y jugarse la vida?

-Yo no creo que sea jugarse la vida. De acuerdo que es duro y hay momentos cruciales, pero yo creo que está dentro de la sensatez. Cuando estás metido en una montaña de estas tienes que estar con los cinco sentidos puestos. No creo que vengas nunca pensando que vas a arriesgar la vida, ¿que va implícito en ello? puede ser, pero también en otros deportes.

-¿Qué tal se encuentra de salud tras el ascenso?

-He cogido algo de catarro tras hacer cumbre y no la he quitado tras el descenso, por lo que he requerido la asistencia de un médico que también es de Cantabria. Aun así no creo que sea nada grave, será lo típico de la altura.

-¿A quién le dedica este nuevo éxito?

-Principalmente a mi familia, porque son los que soportan todo esto y son los que merecen todos estos tipos de éxito. Sin un apoyo familiar esto es imposible.

-¿Y su familia que le ha dicho?

-Con mi mujer hablo a diario y en casa la alegría es inmensa. Me dicen que me cuide mucho, que tenga cuidado Pero bueno ya estoy en el campo base, ya lo peor lo hemos pasado y ahora sólo quedan los trámites para volver a casa.

-¿Para cuándo su regreso a casa?

-Aún no lo sé, porque uno de los cinco alpinistas que hemos venido se ha quedado en el campo 2 con el fin de intentar de nuevo hacer cumbre, ya que el domingo se quedó a 350 metros de la cima. Hemos recibido una información de que las condiciones climatológicas para esta semana no serán buenas por lo que tenemos que avisarle para que vuelva al campamento base. Es por ello que dependemos un poco de él.

Extraído de: eldiariomontanes.es

«Es duro y hay momentos cruciales, pero no creo que sea jugarse la vida»