jueves. 28.03.2024

Ya que sois muchos los que deseais saber como terminaron las andanzas de nuestro investigador particular, pasamos a conocer el desenlace...

Como más de uno ya se habrá olido, dejé de dormir seis horas hace ya una semana. El experimento ha sido interesante, todo eso de dar lo mejor de uno mismo y buscar los límites y esas zarandajas. Vamos ahora con las conclusiones.

Creo que es posible acostumbrarse a dormir seis horas diarias. Al fin y al cabo seis horas siguen dando para mucho. Si no que se lo pregunten a la santa inquisición.


De acuerdo a los emails que he recibido y a los comentarios que algunos habéis dejado, muchos duermen seis horas o menos sin resentirse por ello. Alberto, sin ir más lejos, duerme poco por castigo divino, según dice él. Probablemente se acostumbró a la vigilia durante su estancia en la guerrilla subsahariana, de cuando se limpiaba el culo con arena del desierto. A mí lo de las seis horas se me ha hecho bastante duro.

Si alguien quiere intentar reducir las horas de sueño, le doy los siguientes hints:

  • Experimenta en periodo vacacional. Se hace cuesta arriba levantarse de la cripta y tener que irte al trabajo a estrujarte el cerebelo durante ocho horas. Es complicado pretender que te paguen por lo que vayas a hacer.
  • Procura llevar un ritmo de vida sano y equilibrado. Entre semana se soporta relativamente bien, pero si el viernes te conviertes en Priscilla la reina de la noche, que sepas que al día siguiente no te va a levantar ni el juez.

Eso sí, en cuanto me haya recuperado de esta, me meto en otro experimento del sueño.

En una de las páginas más completas que existe en internet sobre el sueño polifónico este, hay también un interesante artículo que se titula "How to become an early riser", que viene a ser algo así como "Cómo levantarse antes que las gallinas". El menda éste salta de la cama todas las mañanas a las cinco en punto. Mis objetivos no son tan ambiciosos, pero son igualmente loables. Desgranemos el procedimiento.

Todos estos métodos tienen un punto clave, un punch line, un algo que lo lees y dices "Claro, coño, si esto es cierto como el sol que nos alumbra". En este caso el gancho es que "tu cuerpo no necesita la misma cantidad de sueño todos los días".

Si lo piensas es lógico, y ahí es donde reside la belleza del procedimiento, esa llave que nos va a abrir las puertas de la productividad. No es lo mismo estar un día en la playa viendo tetas que pasar una agitada jornada laboral en la que alguien con la palabra "doctor" delante del apellido te hace reflexionar sobre la condición humana. Sencillamente, no es lo mismo, y es por eso que para que hagas lo segundo te tienen que pagar.

Lo bonito de este método es que cedes todo el control a tu cuerpo que, junto con tu madre, es el único que sabe lo que te conviene.

El procedimiento consiste en levantarse todos los días a la misma hora, ni un minuto antes ni un minuto después. Suena el despertador y no importa que estés en mitad de un ciclo de sueño o que estés centrifugando. Arriba. La hora la elijes tú en función de tus necesidades. Las cinco, las seis, las siete... El límite lo pone tu imaginación.

Al cabo de un mes, tu cuerpo se ha acostumbrado a levantarse siempre a la misma hora, y cuando llega la noche sabe exactamente cómo de cansado está y cuánto sueño va a precisar para recuperarse de la jornada. Así, cuando tu organismo considere que ya va tocando, empieza a liberar las hormonas de los meetings aburridos y todas esas cosas que te hacen entrar en un estado de sopor irremediable. En cuanto te notas somnoliento, te vas al catre. Si al cabo de cinco minutos no te has dormido es que se trataba de una falsa alarma.

El pollo comenta que después de un mes levantándote todos los días a a la misma hora ni siquiera te hará falta el despertador, con el ahorro que ello supone. Imagino que tu cuerpo tiene en cuenta lo de los ciclos de sueño y todo eso y te va haciendo el planning sobre la marcha.

También en esta ocasión los dos consejos con los que comenzaba la columna parecen razonables: no maneje maquinaria peligrosa durante el periodo de adaptación y sepa que el fin de semana, si se acuesta usted a las cinco, se va a levantar a la hora nuestra de todos los días. Imagino que será jodido, pero Alberto dice que se puede soportar.

Me voy a la caja, que el fin de semana me ha dejado muerto.

Extraido de : elsentidodelavida.net

Recortando horas de sueño (y III)