jueves. 28.03.2024

La Audiencia le confirma la condena por maltratar a su progenitora.

Que una madre de 71 años pretenda que su hijo de 36 se marche de casa es «más que comprensible» y, desde luego, «no tiene nada de espurio», sobre todo si la mujer está literalmente harta de tener que soportar los insultos, amenazas, malas palabras y gestos despectivos y zahirientes de su vástago.


Así lo entiende la sección tercera de la Audiencia de Cantabria en una sentencia, en la que confirma la condena de 60 días de trabajos comunitarios a un hijo como autor de un delito de violencia en el ámbito familiar. Los hechos ocurrieron en junio de 2005, cuando José Luis O. I., que convivía con su madre en Castro Urdiales, discutió con ésta porque no le gustó la comida que había preparado. Tan alterado estaba, que la progenitora salió de la casa en auxilio de un vecino, lo que el hijo le impidió por la fuerza agarrándole del brazo. Después, la amenazó de muerte si no retiraba la denuncia.

En la apelación el condenado alegó que la declaración de su madre estaba teñida de un móvil espurio, que no era otro que él se fuera de casa. Pero la Audiencia recuerda al hijo que en la situación de la madre «es más que comprensible» ese deseo. La sentencia recuerda que el propio condenado reconoció que insulta habitualmente a su madre, llegando a decir, sin ningún rubor, que «la llama hija puta como quien se da los buenos días».

El acusado también argumentó en su defensa ante la Audiencia que comentarios como que la comida preparada por su madre era «una mierda», no constituye delito alguno, sino tan solo una observación sobre la habilidad culinaria de su progenitora, y que cogerla del brazo para obligarla a entrar de nuevo en la casa no puede considerarse acto agresivo alguno porque ésta no mostró oposición física alguna.

Ante la extravagancia de tales razonamientos, el tribunal precisa que obligar a la madre a entrar por la fuerza en casa para evitar que pida auxilio a los vecinos es «un acto agresivo, se mire como se mire». Recuerda la Sala que no se puede hablar de falta de oposición por parte de la madre cuando ésta tiene 71 años y el hijo agresor 36, y cuando existe «desproporción de fuerzas más que evidente». Además que «la llevó por la fuerza» es algo que ha reiterado la denunciante en todo momento. Pero es que, por si fuera poco, el propio acusado reconoció en el juicio que discute mucho con su madre, por lo que «resulta fácil colegir el ambiente de agresión, desprecio y vejaciones» que la víctima ha tenido que soportar en su casa con la irrupción del hijo en su vida privada.

Extraído de: eldiariomontanes.es

No es «espurio» que una madre desee que su hijo de 36 años se vaya de casa