El vecino de Baracaldo que confesó haber propinado 18 puñaladas a un
taxista en Castro Urdiales hasta causarle la muerte en el mes de abril
de 2005 podría ser condenado hasta 26 años de prisión después de que el
Jurado popular que le juzga rechazara anoche que actuó influido por el
consumo de las drogas.
Los nueve miembros del tribunal llegaron ayer a la convicción unánime
de que Gabriel G. C., de 36 años de edad, sabía lo que hacía y era
plenamente consciente de sus actos cuando en la mañana del 8 de abril
de 2005 asestó, «por sorpresa y con gran fuerza», hasta 18 puñaladas al
taxista Miguel Macías, dos de ellas mortales.
El procesado
admitió en el juicio que fue él quien blandió el arma y mató al
trabajador, pero alegó en su descargo que estaba «pasado» de cocaína,
circunstancia que le hizo perder el control sobre sus actos, y que su
único objetivo cuando atacó al taxista era el robo. Con esta
declaración su abogado construyó la defensa en base a la alteración que
produjo en su conducta el consumo de cocaína, y con este argumento
trató de convencer al Jurado de que debía eximir al procesado de toda
responsabilidad penal o, al menos, atenuarla.
Pero el tribunal
de legos ha sido implacable y ha declarado que no hay prueba alguna
para considerar que Gabriel G. C. tenía su conciencia y voluntad
afectadas, ni siquiera levemente, por el consumo de droga. Después de
un debate que se prolongó desde las doce del mediodía hasta más allá de
las nueve de la noche, el tribunal considera probado que el 8 de abril
de 2005 Gabriel G. C. contrató en Laredo los servicios del taxi que
conducía Miguel Macías Ocaña.
Cuando llegaron a Castro
Urdiales, el procesado, que se encontraba sentado en el asiento detrás
del conductor, sacó un cuchillo de 11 centímetros de hoja y apuñaló dos
veces al taxista. Éste intentó abrir la puerta del vehículo para huir
sin conseguirlo porque llevaba abrochado el cinturón de seguridad, lo
que aprovechó el procesado para propinar otras 16 puñaladas a la
víctima, que quedó inmóvil mientras se desangraba al volante.
El ataque se produjo de forma sorpresiva y sin mediar discusión previa
y el taxista no tuvo oportunidad de defenderse. las puñaladas se
realizaron con tal fuerza que causaron fracturas óseas y destrozos
musculares muy graves. Consumado el crimen, el asesino registró los
bolsillos de la víctima y se apoderó de 200 euros.
En favor
del reo, los jurados han considerado probado que Gabriel no se resistió
cuando los agentes le detuvieron horas después, a los que reconoció los
hechos y con quienes colaboró al señalarles el lugar donde arrojó la
ropa manchada y el cuchillo.
Tras conocer el veredicto, el
Ministerio Fiscal mantuvo la petición de 24 años de cárcel por los
delitos de asesinato y robo con violencia, pena que la acusación
particular elevó a 26 al estimar que mató con saña.
La
defensa pidió 12 años de prisión para el acusado y pidió al magistrado
que en los próximos días redactará la sentencia que tenga en cuenta el
arrepentimiento apreciado por el Jurado.
Extraído de: eldiariomontanes.es