jueves. 25.04.2024

"Cogí el cuchillo como intimidación para robar". "Yo jamás he delinquido y se me vino grande esa situación". Con estas palabras Gabriel G.C., vasco de 36 años de edad, intentó convencer al Jurado Popular de que las 18 puñaladas que asestó en abril de 2005 a un taxista de Laredo cuando le trasladó a Castro Urdiales no fue un asesinato, como sostienen las acusaciones, sino que se trató de una reacción porque "estaba asustado" cuando decidió atracarle, lo que se consideraría un homicidio.

Afirma estar "arrepentido" y que el día de autos se encontraba "muy mal psicológicamente" por problemas personales

El acusado, vecino de Portugalete aunque nacido en Baracaldo, se reconoció autor de los hechos, como ha venido haciendo desde que fue detenido, el 8 de abril de 2005, tras dar muerte a Miguel Macías Ocaña, cuando le trasladó en su taxi, sobre las 8 de la mañana, de Laredo a Castro Urdiales, pegándole 18 puñaladas y llevándose 200 euros que el taxista, -de 61 años y con tres hijos-, llevaba en el bolsillo.

   El fiscal pide para el procesado un total de 24 años de prisión y una indemnización de 180.000 euros por un delito de asesinato y otro de robo con violencia, mientras que la acusación particular solicita 26 años de prisión, al introducir el ensañamiento, y 360.000 euros. Por su parte, la Defensa considera que su cliente es autor de un homicidio y un robo con violencia, con la eximente completa de drogadicción, pidiendo la libre absolución, o subsidiariamente, siete años de cárcel.

   Gabriel G.C., aseguró en la Sección Primera de la Audiencia  Provincial de Cantabria que en esa época se encontraba "muy mal psicológicamente" por "problemas personales" y "laborales", ya que le habían reducido la jornada laboral a la mitad en la bodega donde trabajaba y sus ingresos bajaron "considerablemente".

   Este hecho motivó que se tuviera que trasladar a vivir a casa de sus padres con su pareja sentimental -con la que se ha casado posteriormente en la Prisión Provincial de Santander- y con un bebé, situación que desembocó en comprar una cuchillo en Baracaldo para "robar".

   Con unos "500 euros" que robó de la empresa y el cuchillo en una bolsa, el procesado explicó que cogió el 7 de abril de 2005 un taxi desde Bilbao hasta Laredo, donde se hospedó en un hostal. A continuación, según su versión, esnifó "más del triple" de la cocaína que consumía diariamente desde "hacía ocho años".

   Tras meterse en un taxi de una parada de Laredo, pidió que le llevara a la calle Andrés de la Losa de Castro Urdiales, donde, sin mediar palabra con el taxista, le apuñaló "dos veces en el cuello", asegurando al Tribunal que no se dio cuenta de "cuántas cuchilladas" vinieron después porque actuaba "como por inercia".

   Interpelado por el fiscal sobre si sabía que con las puñaladas podía acabar con la vida del taxista, Gabriel G.C. respondió que "supongo que sí, no lo sé", reiterando de nuevo que no se metió en el taxi "con finalidad alguna", sino que los acontecimientos se desarrollaron porque "me vino grande la situación", ya que "no estoy acostumbrado a este tipo --de situaciones-- y pasó esto".

   El acusado afirmó que entonces huyó y tiró la chaqueta que portaba y el cuchillo en el río Brazomar, en Castro Urdiales, a donde condujo posteriormente a efectivos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEA) de la Guardia Civil una vez le detuvieron por la calle.

   Respecto a la versión de las acusaciones, de que agarró al taxista por la nuca para evitar que se escapara, negó esta circunstancia, asegurando que la víctima no pudo salir del vehículo porque llevaba el cinturón de conducir puesto.

"ARREPENTIDO DESDE ENTONCES"

   Gabriel G.C. declaró estar "arrepentido" de lo sucedido desde el mismo momento en que salió del taxi, y que por eso no opuso resistencia en la detención, momento en que se encontraba "con mucha paranoia" porque "me parecía ver sirenas --de policía-- en todos los coches".

   El procesado, sin antecedentes anteriores a esta causa, afirmó que "estaba y estoy" arrepentido, y que actualmente trabaja en la Prisión Provincial de Santander con un equipo que trata de evitar los suicidios entre los internos.

   Se describió, además, como una persona "no violenta" que estuvo trabajando anteriormente "con niños". Preguntado por su letrado sobre si era consciente de lo que hizo el día de autos, contestó que "no", pero que ese día "iba perdido" por sus problemas.

   La muerte del taxista originó en su momento diversas concentraciones de asociaciones del sector en Cantabria por la conmoción social que produjo. En este sentido, la abogada de la acusación indicó que Gabriel G.C. "le mató con la única finalidad de robarle", un "crimen brutal que había casi desaparecido de nuestra sociedad".

   El juicio se retomará mañana, a las 9.30 horas, con la declaración de diversos testigos. 

Extraído de: europapress.es

El acusado de matar a un taxista en Castro dice que la situación le vino grande