Ander G.O. tiene 3 años. Es uno de los dos niños de Castro Urdiales que
permanecen ingresados en el Hospital de Cruces (Vizcaya) afectados por
el germen que causó la muerte de una de sus compañeras de guardería. La
niña falleció el pasado 31 de marzo debido a un shock tóxico producido
por un germen conocido como estreptococo.
Aquella
jornada quedará en el recuerdo de la familia del niño como uno de los
días más negros de su vida, «sobre todo para los padres», explicaba
ayer su tía, A. L. a su regresó del hospital de Cruces. En el centro
sanitario, al lado del niño, permanecía su madre, quien en las últimas
semanas ha estado «de guardia permanente» junto a su hijo.
El
pequeño Ander ingresaba en el hospital vizcaíno pocas horas antes de
fallecer su compañera de guardería. La tía del pequeño recordaba ayer,
entre lágrimas, el momento en el que el niño ingresó en el hospital y
las primeras jornadas. «Ingresó sin pulso, sin tensión, casi sin vida,
y durante dos días le daban por muerto. Le llegaron a abrir la tripa
para ver si era algo intestinal», recordaba ayer al tiempo que
destacaba el trabajo del equipo médico. «Se portaron de manera
ejemplar, aunque no apostaban nada por su vida».
Ayer por la
mañana, la tía de Ander regresaba a Castro Urdiales en autobús después
de permanecer durante unas horas al cuidado del pequeño en el hospital.
Muy contenta, como portadora de buenas noticias que era, adelantó a
este periódico que en unos días el más pequeño de sus tres sobrinos
regresará a casa. Su cara, emocionada por la buena nueva, no reflejaba
cansancio por las horas en vela junto a la cama del niño.
Al
igual que en la serie de televisión 'House', en la que un cínico doctor
y su equipo investigan las causas de las extrañas enfermedades que
padecen sus pacientes, el niño castreño fue sometido a muchas pruebas
médicas. Cabe recordar que hace poco más de 30 días presentaba una
situación de fallo multiorgánico, de etiología no aclarada y situación
clínica muy grave.
A.L. recordaba ayer que los doctores no
sabían cual era la dolencia que presentaba su sobrino. Asegura que,
pese a la difícil situación, el equipo medico se comportó de forma
ejemplar. «Han sido muy atentos, haciendo todo lo posible en estas
circunstancias. Se volcaron con Ander y a la familia nos mantuvieron
continuamente informados. Una enfermera, en la madrugada del ingreso,
debía salir a las ocho de la mañana y dobló turno preocupada al ver su
gravedad», explicó la tía de Ander. Para la familia del pequeño
castreño, «la autopsia de su compañera de guardería ha ayudado a salvar
la vida de Ander».
«Ahora ya se enfada, juega, come muy bien y
habla con coordinación», explica la tía de Ander satisfecha. «¿Vamos,
que vuelve a ser él!» . El pequeño quiere regresar a casa «para dormir
con su hermano de 18 años, al que adora. Su hermana también ha sufrido
mucho con su enfermedad», cuenta la familiar del niño.
Temimos lo peor
A
la tía de Ander no le duelen prendas al confesar que en ocasiones todos
pensaron que iba a ocurrir lo peor. Según A. L., los doctores
explicaron a la familia que «se trataba de una bacteria, no recuerdo el
nombre, que infecta la sangre».
Recuerda que durante unos días
vivió «gracias a las máquinas a las que estaba conectado». «¿Daba mucha
pena verle enchufado a todos esos aparatos, tan pequeño! Estuvo sedado
varios días y fue una tortura terrible para la familia», relató ayer la
tía de Ander. Ahora, todos los miembros de la familia de Ander están
muy contentos. Saben que en unos días, y de manera casi milagrosa,
Ander regresará a su hogar sin secuelas.
Hace una semana que
Ander está ingresado en planta. El martes pasado le quitaron la
diálisis y evoluciona favorablemente. Su tía contó ayer que las
enfermeras de la UCI del hospital de Cruces bajan a verle para ver qué
tal evoluciona. Dice también que, en cierto modo, su sobrino es
consciente del estado de gravedad por el que ha pasado pese a su corta
edad.
Durante días A.L ha conversado con otros padres castreños
en el hospital vizcaíno comentado la evolución de los niños ingresados
en el centro médico. La tía de Ander explicó ayer de primera mano que
«el otro niño que está en planta está bien. Creo que se le practicó un
injerto en el dorso de la mano izquierda». Seguidamente aclara que «se
le habían quedado las yemas de los dedos negras. Ahora cicatrizan las
heridas y espera, al igual que mi sobrino, para ser dado de alta,
cuando los doctores lo crean oportuno».
Extraído de: eldiariomontanes.es