lunes. 10.02.2025

«Venimos a pedir trabajo para el chaval... que está de fiesta»

Un año más, los vizcaínos se echaron a la carretera para cumplir con una tradición de origen medieval. La Virgen de Begoña aguarda cada 15 de agosto la marea que se congrega frente a la Basílica. Es un día marcado en el calendario religioso. Prueba de ello es que la primera misa, a las 4 de la madrugada, la ofició el obispo de Bilbao. Media hora antes, el templo abrió sus puertas a una multitud que se tuvo que turnar para acceder al interior.


Es un día de peregrinaje. A algunos les mueve la fe; para otros es sólo una costumbre. Juan Francisco, un santurtziarra de unos 50 años, ha recorrido descalzo el trayecto en siete ocasiones. Desde el municipio marinero hasta Begoña. «Todo por una promesa. Hasta que esa promesa se fue». El golpe se tradujo en casi un lustro de ausencia. «Me he sentido débil, enfermo, pero es el momento de volver». Con las zapatillas anudadas y paso firme caminó escoltado por los seis familiares que le arropaban. En tres horas y media, culminaba su retorno.

Viajar por costumbre no impide que el encuentro con la Basílica propicie la petición de un deseo. Un grupo de senderistas que interrumpió sus vacaciones en Castro Urdiales para sumergirse en una nueva marcha, explicaban que iban a pedir que se les concediese, al menos, la posibilidad de volver el año que viene. «Nos gusta mucho andar y lo hacemos de continuo, aunque en este caso la posibilidad de irnos a casa con un deseo concedido es un aliciente», bromeaba uno de ellos. También advertían de que esta excursión «tiene una dificultad añadida: las escaleras de Mallona».

311 escaleras

«Son 311». Una chica de Sopuerta, Itziar, las contó una por una. Ella y su suegra iniciaron el viaje en Erandio con el fin de «pedir trabajo para el chaval». Una estrategia «que no sabemos si servirá, ya que no somos muy creyentes. Pero si suena la flauta...». Las dos mujeres de Las Encartaciones compensaban la falta de fe con una puntualidad estricta. A la 1.15 de la madrugada eran la primeras peregrinas que deambulan por Begoña. «Eso sí, venir tan pronto es arriesgado, porque no había mucha gente en la carretera y hemos tenido que meternos en algún bar cuando hemos visto gente rara», comentaba Itziar, la estoica novia que restaba importancia al paradero de su novio: «Nosotras nos hemos dado una paliza por él, y él por ahí de fiesta. Ya le vale».

Los peregrinos se agruparon de forma paulatina en las inmediaciones de la Basílica. La afluencia de gente fue de tal magnitud que pronto diluyó la presencia de Itziar y su suegra, las primeras en meta. La mayoría esperaba a las cuatro para escuchar la misa oficiada por Monseñor Blázquez. Hubo algunas excepciones. Juanan, de Galdakao, viajó con sus mellizos para «repetir una costumbre familiar». Eso sí, nada de ritos religiosos. «Tienen 12 años y, desde que han nacido, no entro la iglesia para que no se les haga pesado el viaje». De todas formas, aclara su devoción. «Para mí, Vizcaya tiene dos cosas básicas: la 'Amatxu' y el Athletic». A las 3.30, se abrió el templo y los primeros peregrinos accedieron para escuchar la primera ceremonia de un carrusel que se prolongó hasta la última misa de las nueve de la noche.

Extraído de: elcorreodigital.com

«Venimos a pedir trabajo para el chaval... que está de fiesta»