sábado. 20.04.2024

A sus 64 años de edad, Maribel Santisteban, vecina de Castro Urdiales, es todo un ejemplo de como se puede 'matar el tiempo' con una afición. Solo hay que acercarse al número 8 de la calle Díaz Munío para comprobar que esta castreña vive por y para sus obras, las casas de muñecas. Pero lo curioso de todo es que Maribel tan solo lleva tres años dedicada a esta tarea, en concreto, «desde que murieron mi madre y mi tía».

Asegura que ha tardado muchos años en descubrir algo que llevaba dentro. «Lo llevo en la sangre porque mi padre hacia barcos con un trozo de madera». Y confiesa que esta «muy enganchada porque esto es un mundo». Maribel anima a todo el que se acerca a conocer sus obras a que practiquen este arte «porque se disfruta muchísimo».

Con motivo del 50 Aniversario de Ataúlfo Argenta, esta artista ha expuesto en verano uno de sus trabajos sobre establecimientos antiguos de Castro, «como la farmacia de mis padres, la tienda de la Pitusa, otra tienda de comestibles que estaba en la Correría de Manuel de la Hoz, donde hoy está La Goleta, y la tienda de Cuentos Lola, en la calle de la Mar». Seguramente, todas estas composiciones en miniatura habrán traído muchos recuerdos a más de uno en Castro.

En la actualidad, Maribel está trabajando en una obra que expondrá en la tienda de Epelde, en la calle Javier Echevarría, en San Andrés. «Estoy haciendo una bodega antigua relacionada con la mar y me está ayudando mi amiga Begoña, porque me está explicando como se hacen las redes. Pero me está quedando precioso, disfruto muchísimo con esta afición», recalca.

Falta de medios

Si hay dos cosas fundamentales para la confección de las casas de muñecas y miniaturas, esos son los materiales y unos conocimientos teóricos. El caso es que Maribel no tiene medios ni esos estudios. «Si hubiese ido a algún curso o algo así, tendría muchas más conocimientos. Es pura intuición. Muchas cosas las compro y otras son materiales que tengo por casa y que reciclo. Es un hobbie caro porque tienes que comprar mucho material. Yo compro muñecas, las quito la ropa y las visto a mi aire, pero las cocinas, por ejemplo, se hacen con cajas y aunque reciclo me sale caro, pero se disfruta muchísimo», insiste.

Tal es la afición que tiene esta castreña por sus casas que «hasta alguna vez se me ha olvidado comer». «Ahora como estoy sola le dedico ratos porque disfruto mucho. A veces me dan las dos de la mañana. Y es que una de estas obras te lleva mucho tiempo, unos dos meses, todo depende del tiempo que le dedique». De momento, Maribel tiene en su piso cuatro casas. A cada cual mejor. La última que ha comprado la ha armado ella misma, la ha pintado, ha hecho la cocina, las alfombras «Es bonito como cambia una caja. Esto requiere tiempo e imaginación», asegura al mismo tiempo que reconoce que cuando va a hacer los recados «siempre busco algo para mis casas de muñecas». «Me levanto por las mañanas y me siento delante de la casa y la contemplo. Se me pasan las horas. No sé como hay gente que se puede aburrir, con todo lo que hay que hacer», revela. «Estoy tan entretenida con mis miniaturas que incluso alguna vez se me ha olvidado comer»

«A mucha gente le gusta lo que hago»

A pesar del reconocido resultado de todas sus obras, Maribel Santisteban asegura que no le gusta mucho lo de hacer exposiciones «porque lo hago como afición». No obstante, reconoce que la gente considera que «soy una egoísta porque lo que hago lo tiene que ver la gente, por lo bonito que es». Además, tiene constatado de que «hay mucha gente a la que le gusta verlo».

Del mismo modo, afirma que ha tenido varios compradores cuando ha expuesto alguna de sus obras en escaparates del municipio. «A todos los que vienen preguntándome si vendo mis trabajos les digo lo mismo: ¿Ustedes venderían a su hijo?». «A mi me parece que se me iría algo. Lo hago con tanta ilusión...», explica con una sonrisa.

Extraído de: eldiariomontanes.es

Todo un mundo en miniatura