jueves. 28.03.2024

La clausura temporal, entre el 15 de enero y el 14 de febrero, del mesón Marinero por acumulación de bajas dio lugar a especulaciones sobre un posible cese del negocio. Sin embargo, el establecimiento ha despejado las dudas al volver a la actividad con el objetivo de mantener su estatus de «referente gastronómico». Escoltado en la concurrida zona portuaria por locales como El Segoviano y El Puerto, sortea una crisis que ha rebajado desde 2008 «entre un 20 y un 25%» el volumen de ingresos. La adversa tesitura no impide a sus gerentes lanzar un mensaje optimista. Tanto a empleados como a clientes. Con una plantilla de 22 trabajadores, «no hay previsiones de aplicar reducciones». Sobre el cierre dicen que «queremos proseguir muchos años».


Su vinculación con Castro lleva a los responsables a adquirir los mariscos y pescados frescos en el municipio, complementando la pesca local con productos procedentes de Galicia y Santander. El propósito: «Mantener la calidad de una carta que no ha sufrido variaciones a pesar de las exigencias de la crisis». «Mantenemos oferta y precio», recalca su gerente, Esteban Modino. Y eso que el municipio paga por partida doble sus efectos. El hostelero argumenta que «la incertidumbre genera miedo al consumo», agudizando «el clima de inseguridad al que contribuyen los numerosos anuncios de recortes». No obstante, reconoce que hay una base real: «En 2008 era difícil encontrar locales libres en la zona». El colapso de la construcción es otro factor que ha repercutido en las ganancias del mesón, frecuentado anteriormente por «muchos obreros y constructores que han desaparecido».

80% de vascos

La caída del negocio en días laborables adquiere mayor trascendencia los fines de semana, cuando tradicionalmente acuden gran parte de los comensales. Pero, en un año «más complicado de lo previsto», la llegada del verano puede reconducir la situación. Siempre con permiso del clima. «Si hace bueno, puede ser una época muy beneficiosa», afirma el gerente. Una oportunidad para el masivo desembarco de ciudadanos vascos, que conforman «el 80%» de la clientela del restaurante.

También se prevé que las plazas en rotación del parking subterráneo de Amestoy, en su primer verano completo de actividad, refuercen la llegada de visitantes. «El año pasado se abrió en agosto sin que pudiésemos contrastar su incidencia, aunque seguro que va a ayudar», dicen. Para aumentar su efectividad, invitan a las administraciones a publicitarlo en los accesos al municipio, porque «hay gente que aún lo desconoce».

El Marinero afronta el contexto económico más complicado que ha conocido su gerente. La severa explosión demográfica experimentada por el municipio no se ha traducido en un filón para las arcas del mesón. «Son personas que no hacen mucha vida aquí entre semana». La clave de la recuperación reside, según Modino, en que «se logre cierta estabilidad laboral». Consciente de las dificultades que aún deberán capear y a un lustro de las bodas de oro del mesón, confía, a pesar de todo, en que «hay Marinero para rato». Su esperanza ahora es «que el verano se lleve la crisis».

«Que el verano se lleve la crisis»