jueves. 18.04.2024

A sus 53 años, María Angeles Santos, una de las vecinas del número 10 de la calle Santander, que será derribado mañana si no hay nada que finalmente lo impida, se muestra muy preocupada por la situación que está viviendo, ya que esta castreña se ve en la calle. No obstante, desde que se enteró de la orden de derribo, no ha parado en intentar convencer al alcalde para que los técnicos revisen de nuevo el edificio, «está vez por dentro», para que finalmente haya una opción de ser rehabilitado.

Ayer, los vecinos mantuvieron una reunión con el alcalde de Castro Urdiales, Fernando Muguruza, y la edil de Asuntos Sociales, Elisa Dopico, para estudiar las posibles soluciones de alojamiento tras el derribo. Pero ese encuentro con el regidor no cubrió las expectativas de los vecinos que inmediatamente acudieron a un abogado para intentar buscar un solución ante el inminente derribo. Hoy, tendrán una nueva reunión con regidor.

-¿Cómo le está afectando esta situación personalmente?

-Yo estoy mal desde que me enteré del derribo, porque me veo en la calle. No duermo. Es que es mi casa, la he hecho poco a poco. Si vienen, pican en la viga y me dicen que está para caerse, yo me marcho, pero solo porque estén mal unas galerías no. Yo sé como está mi edificio, tengo 53 años y sé lo que ha pasado en el edificio y como está. Estoy desamparada, porque si las ayudas se basan en mi sueldo, yo la mitad lo tengo hipotecado. Ahora mismo tengo un hijo viviendo conmigo, que está de baja y un nieto pequeño de cuatro años.

-¿Cuál es su postura ante esta orden de derribo?

-Le he pedido al alcalde que los servicios técnicos estudien de nuevo el estado del edificio, porque no está en ruina. Creo que los servicios técnicos se han podido equivocar. Yo no quiero que la derriben sino que la arreglen. La solución es rehabilitar el edificio. Me da rabia, porque los técnicos no han entrado en mi casa.

-¿Qué solución les da el Ayuntamiento tras el desalojo?

-Se nos da un hotel por cuenta del Ayuntamiento, mientras nos encuentran vivienda, porque hoy en día, según el alcalde, no hay viviendas sin muebles, tal y como necesitaríamos. Nos buscarían una lonja para meter los muebles por cuenta nuestra y las ayudas al alquiler nos la concederán en función de los sueldos de cada uno, depende de Asuntos Sociales.

-¿Qué supone para usted que les lleven a un hotel?

-En un hotel durante 20 días, ¿dónde comes? ¿Dónde cenas? ¿En una habitación metida?

-¿Qué determinación van a tomar los vecinos mañana?

-No lo sabemos todavía porque hoy martes tenemos una nueva reunión con el alcalde. Estamos intentando asesorarnos por un abogado para parar la orden de derribo, presentando un proyecto de rehabilitación del edificio. De todas maneras, tendríamos que salir porque mañana tenemos que estar fuera.

-¿Todos los vecinos del edificio opinan lo mismo?

-Sólo los inquilinos del 2º y 3º piso, que no viven en el edificio, son los que se niegan a rehabilitar.

-¿Los edificios colindantes al suyo podrían verse afectados por el derribo?

-Claro que están afectados. El número 12, en el primer y segundo piso no tienen tabique. Además, las vigas de nuestro edificio conectan con los otros dos de al lado. Entonces si el edificio está en ruinas tendrán que quitar también esas vigas.

-¿Por qué cree que se ha llegado hasta esta situación?

-Llevan 35 años denunciándolo los vecinos del número 12. Primero fue el padre y ahora los hijos, porque no lo hemos arreglado, ya que mi padre y mis tíos eran mayores y si no tenían un duro no lo arreglaban. Si tiran mi edificio, ellos tienen detrás un pequeño solar junto al colegio. Entonces con mi edificio derribado y ese solar, lo pueden vender y el que lo compre puede construir una nueva edificación.

Extraído de: eldiariomontanes.es

«No duermo desde que me enteré del derribo»