
El equipo local, Castrospin, celebró la consecución del subcampeonato liguero tras la incomparecencia de su rival en el último y decisivo encuentro: el ETM Agua de Solares.
La jornada se presentaba cargada de tensión y expectación. Tras una temporada de intensos partidos, emocionantes remontadas y ajustadas derrotas, el Castrospin llegaba a la última fecha con la firme convicción de luchar por el subcampeonato.
Los jugadores del Castrospin llegaron al recinto con la concentración y el espíritu competitivo que les había caracterizado durante toda la campaña. Sin embargo, a medida que la hora de inicio se acercaba, la incertidumbre comenzó a crecer ante la ausencia del equipo rival.
Tras la preceptiva espera y las comunicaciones pertinentes con la federación, la noticia se confirmó: el ETM Agua de Solares no se presentaría al encuentro.
La sorpresa y la incredulidad inicial dieron paso a una sensación agridulce entre los jugadores.
Si bien la reglamentación otorgaba la victoria automática y, por consiguiente, el subcampeonato al Castrospin, la falta de la confrontación directa dejó un vacío en la celebración.
A pesar de esta circunstancia inusual, el subcampeonato es un logro significativo que reconoce el esfuerzo, la dedicación y el talento del Castrospin a lo largo de toda la temporada.
El Castrospin puede mirar hacia atrás con orgullo por el subcampeonato conseguido. Este logro servirá como motivación para seguir trabajando y aspirar a cotas aún más altas en futuras competiciones.
Ya solo falta encontrar un patrocinador que ayude económicamente a paliar el excesivo gasto que conllevan la totalidad de los desplazamientos al occidente cántabro (es el único equipo de la zona oriental y hay que desplazarse quincenalmente a Santander, Torrelavega, Piélagos, etc.).
Aunque el último partido no se disputó, el sabor agridulce de esta victoria no empaña el reconocimiento de una excelente temporada.
El Castrospin ha dejado su huella en la Primera Regional Cántabra de Tenis de Mesa, demostrando que el esfuerzo y la perseverancia tienen su recompensa, incluso cuando el destino juega sus propias cartas.